Yelimar Requena | Prensa LVBP
Caracas.- En un hogar lleno de mujeres, creció caballero y como hombre de pocas palabras, Alberth Martínez, el último de cuatro hijos, el único varón, el consentido, el deportista desde siempre. Quizás alguna vez existió un llamado de atención por no ser el mejor de la clase y pasar mucho tiempo jugando en las calles, pero con los años aquella insistente práctica dio un gran fruto.
“Cuando era niño siempre estaba en la calle jugando, nunca me gustó estudiar, lo mío era jugar. En mi casa ya sabían que de todas, todas, iba a ser deportista. Y es que jugaba de todo, menos fútbol americano, mucho golpe para mi gusto”, (risas).
Sus padres, María Zambrano y Adalberto Martínez, apoyaron su deseo de ser pelotero desde que lo manifestó a los cuatro años de edad y empezó a sus primeros pasos en su natal San Félix. Ellos y sus tres hermanas han sido la mayor motivación del joven de 26 años, cuyo sueño sigue siendo debutar en Grandes Ligas. Su admiración y agradecimiento con su familia es algo que le distingue.
“Desde pequeño mis padres siempre me han apoyado. A donde yo iba a jugar ellos iban a apoyarme y estoy seguro de que hasta el día que mueran van a estar ahí con la barra, la mejor de todas”.
Aquella gran barra se ha encargado de que su nombre retumbe en el Estadio José Bernardo Pérez de Valencia, donde ha conquistado la admiración de muchos desde su debut en 2015 y, sobre todo, en la durante la eliminatoria de la 2017-2018, cuando emergió como una auténtica revelación en el orden ofensivo del manager Omar Malavé.
Aunque confiesa haber comenzado a seguir la LVBP como fanático caraquista, Martínez asume al Magallanes como un segundo hogar, donde cada miembro se ha ganado su respeto y admiración. Y es que para alguien que presume de ser buen bailarín, una fiesta siempre es el ambiente idóneo, y en el clubhouse turco siempre hay una fiesta. De ahí que sean famosos los timbales de Endy Chávez o los tambores de Ronny Cedeño.
El joven jardinero, fiel creyente de Dios, portador de un tatuaje de Jesucristo en el brazo izquierdo, anhela en un futuro tener una familia y enseñarle a sus hijos la pasión por el deporte. Espera algún día darle a sus pequeños el mismo apoyo que recibió de sus padres cuando apenas comenzaba a soñar con jugar pelota.
Alberth Martínez vive su mejor temporada en la LVBP
Escuchar música, descansar, comer, sobre todo comer y si es la comida de mi mamá mejor.
Mis padres porque siempre han estado ahí.
Mis padres.
No desmayes, sigue adelante, para atrás ni para coger impulso.
Franklin Gutiérrez. Desde niño admire su forma de defender y jugar. - ¿Y Endy?– También, pensándolo bien no digas que mencioné primero a un caraquista (Risas).
Tantas cosas que le pasan a uno en la vida, me parece injusto hablar de un momento especial. Creo que he vivido muchas cosas buenas y estoy agradecido.
Creo que de Endy Chávez y Ronny Cedeño. Su experiencia es muy importante para los jóvenes.
Creo que estoy raspado ahí. Para una próxima entrevista te la tengo.
Nada. Sería injusto querer cambiar algo que desde pequeño me enamoró.
Oye aquí en la LVBP hay un montón. En este beisbol hay muchos lanzadores difíciles.
En EEUU comenzaba un inning y salí corriendo a mi posición y de repente me caí, me di durísimo pero ahí mismo me levante. Tremenda pena.
Tener siempre presente a Dios.
De mis padres, siempre de mis padres.
La humildad.
La verdad no te sé decir porque no tengo oídos en la espalda, me gustaría pero no (risas).
Quizás habría probado suerte en el baloncesto. Jamás fútbol americano (risas), me impresiona la cantidad de golpes que llevan esos hombres.
El José Bernardo Pérez de Valencia porque estamos en casa y jugar en casa es lo mejor.
Barquisimeto, el ambiente es sabrosito.
Llegar a Grandes Ligas.
Eso aun todavía no pasa por mi cabeza.